Aun así...Todo sería genial, todo sería maravilloso sino existiera la inseguridad, esa que nos dice "Mira que todo no es color de rosas." o "¡Deja de volar tanto! Que cuando caigas te va a doler más." Esa, que arruina todos los finales románticos. Esa misma que se escondió en mis sueños y no deja de flotar en mi cabeza. Y que pide a gritos que la argumente tal cual se presento hoy.
La muy turra me mostró que caminábamos juntos, siendo nosotros mismos en un lugar hermoso y muy real. Me contó que Yo lo amaba y Él también pero por alguna razón no podíamos estar juntos. Algo nos lo impedía, cual telenovela centroamericana. Para más maldad, me relato los diálogos y me dijo que los transcribiera acá o en otro lado. Pero que sea fiel a la verdad que ella me quería transmitir. Y yo, que soy un alma en pena que sucumbe reiteradas veces a sus pedidos, no puedo más que hacerle caso una vez más.
Y así fue como Él me dijo, en sueños, que lo nuestro no podía ser. Para luego, Yo, enojada y triste, correr lejos con rumbo desconocido. Y ser alcanzada por Él que me decía: "Carla, no estés triste, te dejo el mundo pero sin mi". A lo cual Yo, levantando mi cabeza pesada por el llanto, le respondía: ¡No lo quiero! ¡No lo quiero si no estas vos!
Ahora bien, después de escribirlo ¿Qué tengo que hacer con todo esto? ¿Tengo que seguir llorando? Sabes inseguridad, esta vez no te voy a hacer caso, esta vez no. ¿Y sabes por qué? Porque cuando estaba escribiendo esto entre rollos de papel y lágrimas. Él se tomo el tiempo para escribirme y hacer latir mi corazón bien fuerte y eso no lo vas a superar jamás. Cuando el corazón late, ya no hay tiempo para lagrimas.
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